Existen algunos productos a los
que estamos acostumbrados a usar diariamente, sin embargo, muchos de ellos son
innecesarios, generan grandes cantidades de residuos, tóxicos y además consumen
energía innecesariamente.
Al aumentar la población y la
cantidad de energía usada por cada persona, el total de demanda de energía ha
aumentado a un ritmo muy rápido. Esto se refleja en la contaminación del aire
causada por las chimeneas de las fábricas y plantas generadoras que queman
combustibles y por el escape de los automóviles.
La contaminación es un cambio
indeseable en las características físicas, químicas o biológicas de nuestro
aire, nuestra tierra y nuestra agua que puede afectar o afecta a la vida humana
o de especies deseables; o que puede agotar o deteriorar nuestros recursos de
materias primas.
Contaminantes son residuos de las
cosas que hacemos, usamos o desechamos. La contaminación aumenta no solo porque
al aumentar la población se hace menor el espacio a disposición de cada
persona, sino también porque las demandas por persona están aumentando
continuamente, de modo que cada una arroja a la basura cada vez más año tras
año.
Residuos tóxicos:
Se denominan residuos tóxicos y
peligrosos a aquellos que contienen una serie de sustancias, y en unas
cantidades tales que suponen un riesgo tanto para la salud humana como para el
medio ambiente. Las sustancias y las cantidades consideradas nocivas son
establecidas por la legislación medioambiental de cada país o de cada comunidad
autónoma.
Los efectos de los residuos tóxicos
dependen de la cantidad, del ritmo de liberación y del tiempo de permanencia en
el medio ambiente. Entre los más frecuentes podemos citar: metales pesados,
como el arsénico, el cadmio, el plomo y derivados, los biosidas y los
compuestos farmacéuticos. También se consideran peligrosos los productos
inflamables y los explosivos, y aquellos que pueden generar sustancias tóxicas
aunque ellos mismos no lo sean.
La gestión de los residuos peligrosos o
tóxicos (tratamiento y almacenaje) es uno de los problemas más graves que tiene
planteada la sociedad, y en ocasiones de difícil solución, ya que para muchos
de ellos no existe actualmente un tratamiento de neutralización adecuado y
siguen siendo peligrosos durante años. La posibilidad de almacenarlos en depósitos
de máxima seguridad se enfrenta siempre a la oposición de los ciudadanos a
quienes afecta directamente la instalación.
Plástico:
A pesar de sus maravillosas
propiedades en el campo de la industria, el plástico es hoy un material
altamente contaminante y tóxico para el medio ambiente.
Los plásticos son materiales o
elementos sintéticos, derivados generalmente del petróleo, que poseen grandes
cualidades aplicables en muchos campos de la industria. El plástico, el invento
estrella del siglo XX, cuyo ingrediente esencial es una macromolécula orgánica
llamada polímero.
Los productos se pueden
dividir en dos grupos:
Residuos orgánicos:
Son biodegradables (se
descomponen naturalmente). Son aquellos que tienen la característica de poder
desintegrarse o degradarse rápidamente, transformándose en otro tipo de materia
orgánica. Ejemplo: los restos de comida, frutas y verduras, sus cáscaras,
carne, huevos.
Residuos no orgánicos (o inorgánicos):
Son los que por sus
características químicas sufren una descomposición natural muy lenta. Muchos de
ellos son de origen natural pero no son biodegradables, por ejemplo los envases
de plástico. Generalmente se reciclan a través de métodos artificiales y
mecánicos, como las latas, vidrios, plásticos, gomas. En muchos casos es
imposible su transformación o reciclaje; esto ocurre con el icopor, que seguirá
presente en el planeta dentro de 500 años. Otros, como las pilas, son
peligrosos y contaminantes.
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